Ya Ya y Le Le, dos pandas gigantes que viven en el zoológico de Memphis, han contribuido con un avance importante para la producción de biocombustible. A partir de sus excrementos, un equipo de investigadores estadounidenses ha identificado microorganismos capaces de facilitar y abaratar la producción de biocarburantes.
"Hemos descubierto microbios en las heces de los pandas que podrían ser una solución a la búsqueda de nuevas fuentes de energía sostenibles", dijo el director de la investigación Ashli Brown. Los resultados del estudio se han presentado en el marco de la 246 reunión nacional y exposición de la Sociedad Americana de Química (ACS en sus siglas en inglés).
Brown y sus estudiantes, con sede en la Universidad Estatal de Mississippi, han identificado más de 40 microbios que viven en los intestinos de los pandas gigantes del Zoológico de Memphis, que podrían permitir que la producción de biocombustibles a partir de residuos vegetales sea más fácil.
El etanol producido con maíz es el carburante alternativo más común en EEUU. Sin embargo, existe la preocupación de que el uso excesivo de maíz, soja y otros cultivos alimentarios para la producción de combustible puede aumentar los precios de los alimentos o provocar una escasez.
Bacterias super eficientes
Los tallos y mazorcas de maíz y otros materiales vegetales que no son destinados a la producción de alimentos son las mejores fuentes de etanol, según Brown. Pero se necesita de un procesamiento especial para romper el material lignoceluloso, uno de los principales componentes de la pared celular de las plantas que suele ser muy resistente. Descomponer ese material es costoso y requiere una etapa previa de tratamiento con calor y alta presión o ácidos.
Brown y otros científicos están buscando bacterias altamente eficientes que descompongan la lignocelulosa y liberen el material para que pueda ser fermentado en etanol. Las bacterias en el tracto digestivo de los pandas gigantes son los principales candidatos.
Los pandas no sólo pueden digerir una dieta de bambú, también tienen un tracto digestivo corto que requiere de bacterias con enzimas inusualmente potentes para romper la lignocelulosa. El lapso entre la hora de comer y la defecación es relativamente corto en este animal, "por lo que sus microbios tienen que ser muy eficientes para obtener el valor nutricional del bambú", explica Brown. "La eficiencia es la clave cuando se trata de la producción de biocombustibles, por eso nos centramos en los microbios en el panda gigante", añade.
Laura Cortés
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