La eliminación de desechos nucleares es muy complicada, con volúmenes muy
grandes destinados a ser enterrados a gran profundidad. El mayor volumen de
desechos radiactivos, corresponde a los del tipo catalogado como de “nivel
intermedio”, que deben ser encerrados en sarcófagos de hormigón antes de su
almacenamiento en cámaras subterráneas especiales. Sin embargo, tarde o
temprano, las aguas subterráneas acaban alcanzando estos materiales de desecho,
y entonces reaccionan con el cemento, convirtiéndolo en un elemento altamente alcalino. Este
cambio lleva a una serie de reacciones químicas, desencadenando la
descomposición de los diversos materiales presentes en estos desechos
complejos.
Se sabe de microorganismos exóticos que son capaces de sobrevivir
expuestos a elevadísimas dosis de radiactividad y que además realizan una
actividad biogeoquímica que podría, potencialmente, ayudar a descontaminar
lugares emponzoñados con desechos radiactivos, o a evitar que los residuos
contaminantes se propaguen por el entorno. El hallazgo de una nueva bacteria de
este tipo proyecta un rayo de esperanza sobre algunas de las cuestiones más problemáticas
de los residuos nucleares.
Los organismos están adaptados
a vivir en desechos cálcicos altamente alcalinos y pueden
usar el ácido isosacarínico como fuente de alimento y energía bajo condiciones
virtualmente idénticas a aquellas que se estima que existen dentro de los
cementerios nucleares para desechos de nivel intermedio o en sus alrededores.
Los procesos biológicos fascinantes que utilizan para mantenerse con vida
bajo condiciones tan extremas están siendo estudiados todavía por el equipo de
la Universidad de Manchester, así como los efectos de estabilización de estas
modestas bacterias sobre los desechos radiactivos, y todo apunta a que esta
línea de investigación será muy fructífera.
LAURA SALAS LOZANO 4º E.S.O
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